Dramatis Personae


Familia real navarra

García Ramírez, el Restaurador (1) (m 1150)
Rey de Pamplona entre 1134 y 1150. Procedía de una rama bastarda de la familia real Navarra, aunque entre sus ascendientes se encuentran personajes tan importantes como Sancho el Mayor y Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Casado en primeras nupcias con doña Margarita de L´Aigle y Normandía y, en segundas, con Urraca la Asturiana, hija natural del emperador Alfonso VII de Castilla y León (12) . García tuvo un hijo varón, Sancho (futuro Sancho VI (2) ) y tres hijas: Blanca, princesa consorte de Castilla por su matrimonio con Sancho III (13); Margarita, reina consorte de Sicilia y Sancha, vizcondesa del Bearn.

Sancho VI, el Sabio (2) (¿1133? –1194)
Rey de Navarra entre 1150 y 1194. Hijo y sucesor de García Ramírez (1). Hombre de gran habilidad política que supo solventar los repetitivos intentos de invasión por parte de Castilla y Aragón, llegando a librarse del vasallaje que su padre había prestado a los primeros y a firmar alianzas con otros miembros de las familias reales europeas fuera del entorno peninsular, en especial con ingleses y aquitanos. En 1162 invadió La Rioja y parte de Burgos –antiguos feudos del Reino de Pamplona-, pero hubo de devolver las conquistas en 1177. Comenzó también a extender la influencia navarra al otro lado de los Pirineos, lo que con el transcurso de los años daría lugar a la Merindad de Ultrapuertos (o Baja Navarra). También realizó una gran labor de ordenación jurídica en sus territorios, en especial en los vascos, donde fundaría las villas de San Sebastián (fuero de 1180) y Vitoria (fuero de 1181). Comenzó las obras de la catedral de Tudela, así como las de la sustitución del viejo puente de madera sobre el Ebro por el actual de piedra. Se casó con la infanta Sancha de Castilla, hija de Alfonso VII (12), con la que tuvo cinco hijos: los infantes Sancho (3)  y Fernando (4) y las infantas Berenguela (5), Constanza (6) y Blanca (7) .

Sancho VII, el Fuerte (3) (¿1155? – 1234)
Rey de Navarra entre 1194 y 1234 y último monarca de la dinastía Ximena. De poderosa constitución física, fue hijo y sucesor de Sancho el Sabio (2). De carácter brusco y con cierta tendencia al autoritarismo, su habilidad política fue bastante inferior a la de su padre, aunque consiguió fijar unos límites territoriales estables para Navarra que son prácticamente los actuales (salvo la Merindad de Ultrapuertos), pero perdió definitivamente Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado. Un pacto con los almohades justo después de perder los territorios vascos le sirvió para dar comienzo a una considerable fortuna personal que acrecentó con los años mediante préstamos, donaciones y compraventas. Parte del dinero de todos estos negocios los empleó en comprar villas y castillos y en préstamos a varios reyes y regentes aragoneses que, al no poder devolverlos, pasaron a engrosar el territorio navarro (Peña, Petilla, Javier...). Al final de su larga vida, la enfermedad y la obesidad hicieron mella en su salud –posiblemente también en la mental-, hasta el punto de limitarle notablemente la movilidad y quedar confinado en el castillo de Tudela sin salir de él. Tres años antes de su muerte intentó legar Navarra a Jaime I el Conquistador mediante un pacto mutuo de prohijamiento, pero el acuerdo fue incumplido por la nobleza navarra que reclamó la presencia de Teobaldo de Champaña (10), sobrino de Sancho, como nuevo monarca. A nivel personal, Sancho se casó con Constance de Toulouse, a la que repudió, y es posible que contrajera segundas nupcias con una hija / nieta de Federico Barbarroja (42). De cualquier forma, Sancho no tuvo descendencia legítima, aunque sí bastarda, entre ellos don Guillermo (8) y don Ramiro (9). Existe una bonita leyenda sobre un presunto idilio entre Sancho y una princesa almohade, de la que se hace eco esta novela… desde otro punto de vista. Sancho es históricamente conocido por ser quien abrió la línea final defensiva almohade en la batalla de las Navas de Tolosa.

Infante Fernando de Navarra (4) (¿? – 1207)
Segundo hijo varón de Sancho el Sabio (2). Del que se conoce muy poco, salvo que fue uno de los nobles enviados presos a Alemania como garantes de los pagos aplazados por el rescate de Ricardo Corazón de León, en manos del emperador alemán. Murió en 1207 de una caída de caballo. En la novela acompaña a su hermana Berenguela (5) en su viaje hasta Chipre, aunque no existe constancia histórica de que así fuese.

Infanta Berenguela de Navarra (5) (¿? – 1230)
Hija de Sancho el Sabio (2) y Sancha de Castilla. Posiblemente nacida en Tudela, fue reina consorte de Inglaterra tras su matrimonio en Chipre con Ricardo Corazón de León. Se sabe que su matrimonio fue un completo fracaso –hay quien afirma que ni tan siquiera se consumó- y, tras el regreso de Tierra Santa y la temprana muerte de Ricardo, buscó el cobijo de los Capetos, en especial de Felipe Augusto de Francia y dedicó su existencia a patrocinar el levantamiento de la abadía de L´Epau, cerca de Le Mans, donde está enterrada. La tradición popular indica que Ricardo y Berenguela se conocieron en Pamplona en una supuesta visita que el Plantagenet realizó a Pamplona tras reprimir una revuelta nobiliaria en el sur de Gascuña. En la novela se ha cambiado dicho encuentro a la villa de San Juan de pie de Port, aunque casi con total probabilidad ninguna de las dos versiones ocurrió nunca.

Infanta Constanza de Navarra (6)
Hija de Sancho el Sabio (2) y Sancha de Castilla. Se sabe muy poco de su vida e incluso hay historiadores que afirman que falleció siendo muy joven, mientras que otros afirman que tuvo una larga existencia, pero siempre apartada de la vida pública. En la novela se elige esta segunda opción

Infanta Blanca de Navarra (7) (¿1177? – 1229)
La más pequeña de las hijas de Sancho el Sabio (2) tuvo una vida tranquila hasta que en 1198 una invasión conjunta de Castilla y Aragón sobre Navarra se solventó, entre otras medidas y según algunos historiadores, prometiendo en matrimonio a Blanca con Pedro II de Aragón (21). Dicha promesa matrimonial fue recurrida por Navarra ante el papa debido a la consanguinidad de ambos prometidos. Tras conseguir la anulación, Blanca fue casada con el conde Teobaldo II de Champaña quien, tras darle una hija, falleció dejando a Blanca embarazada del futuro Teobaldo I (10). La infanta tuvo muchísimos problemas, tanto políticos como económicos, para la regencia de Champaña en nombre de su hijo. Sancho el Fuerte (3) envió hasta el condado galo a su hijo don Ramiro (9) como consejero. Se sabe que Blanca maniobró para consolidar los derechos de Teobaldo como heredero de Navarra. En la novela se le adjudica una relación amorosa de larga duración con Fortún de Urroz (37), totalmente ficticia.

Don Guillermo de Navarra (8) (¿? – 1229)
Hijo ilegítimo de Sancho el Fuerte (3). Se sabe que don Guillermo fue un hombre dedicado a la vida de armas y que mantuvo una larga relación amistosa con el infante don Fernando de Aragón, regente de aquel reino durante la minoría de edad de Jaime I el Conquistador (22). Supuestamente podía alegar derechos sucesorios sobre Navarra, pero parece que dicha posibilidad nunca estuvo en la mente de, su padre. Lo que sí está comprobado históricamente es que abandonó Navarra con destino Aragón en la segunda década del siglo XIII y que vivió como soldado de fortuna, unas veces enrolado en las tropas de las revueltas nobiliarias contra Jaime I y, otras, formando parte del contingente del rey aragonés. De hecho Guillermo acudió junto a Jaime en la campaña de conquista de Mallorca, donde encontraría la muerte.

Don Ramiro de Navarra (9) (¿? – 1228)
Hijo ilegítimo de Sancho el Fuerte (3). Fue enviado al condado de Champaña para ayudar a la gestión del mismo a su tía Blanca (7). En 1220 regresó a Navarra para tomar posesión del obispado de Pamplona, nombramiento posiblemente forzado por el monarca navarro para mantener controlada a la Iglesia del Viejo Reyno, casi siempre belicosa y enfrentada a sus decisiones.

Teobaldo IV de Champaña y I de Navarra, el Trovador (10) (1201 – 1253)
Conde de Champaña e hijo de Blanca de Navarra (7). No conoció a su padre y pasó una difícil etapa en el condado hasta que alcanzó su mayoría de edad. Como sobrino de Sancho el Fuerte (3), intentó por todos los medios afianzar su posición como teórico heredero de Navarra y realizó un viaje a Tudela en 1225 para visitar a su anciano tío. Fue muy bien recibido, pero al poco fue expulsado del Viejo Reyno sin que se conozcan exactamente los motivos. A pesar de que Sancho lo descartó como su sucesor al firmar un pacto de prohijamiento mutuo con Jaime I de Aragón, pero las intrigas del champañés entre la nobleza navarra dieron sus frutos y, a la muerte de Sancho en 1234, Teobaldo consiguió subir al trono navarro en detrimento de Jaime.

 
Familia real castellana

Urraca de Castilla y León (11) (1081 – 1126)
Sin estar predestinada al trono, la muerte de su hermano Sancho la convirtió en heredera de Castilla y León (última reina e la dinastía Ximena en Castilla). Urraca, que ya era viuda y tenía un hijo (el futuro Alfonso VII (12) ), se vio obligada a contraer un segundo matrimonio con Alfonso el Batallador ( ), rey de Pamplona y Aragón, con la clara intención de fusionar todos los reinos cristianos peninsulares en uno solo. Sin embargo, el matrimonio es un desastre, en parte saboteado por parte de la nobleza castellana y también de la aragonesa, y Urraca decide volver a Sahún y, aunque hubo al menos dos reconciliaciones con el monarca aragonés, al final, con el matrimonio completamente roto, Urraca se centró en consolidar los derechos de su hijo en mitad de una guerra civil entre sus partidarios y los que apoyaban al Batallador.

Alfonso VII de Castilla y León, el Emperador (12) (1105 – 1157)
Hijo y sucesor de doña Urraca (11), consiguió que le jurasen vasallaje todos los reyes cristianos peninsulares con la salvedad de Portugal, por lo que se proclamó emperador de Hispania. Con el tiempo añadió a sus territorios vasallos parte del sur de Gascuña y varias taifas almorávides. No olvidó sus  obligaciones en la Reconquista, llegando a tomar Jaén, Córdoba, Algeciras y Almería, aunque el desembarco almohade procedente de África le hizo perder casi todas esa conquistas. Organizó una nueva expedición para recuperar Almería, pero fracasó. A su regreso, enfermó mientras cruzaba Sierra Morena y falleció en las faldas del puerto del Muradal, curiosamente, a muy poca distancia de donde, 55 años más tarde, su nieto Alfonso VIII (14) barrería a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa.

Sancho III el Deseado (13) (1134 – 1158)
Hijo de Alfonso VII (12), heredó Castilla a la muerte de éste (su hermano Fernando heredó León). Se casó con la infanta Blanca Garcés de Navarra, hermana de Sancho el Sabio (2), que falleció al no poder recuperarse del parto de su primogénito, el futuro Alfonso VIII (14). A diferencia de su padre, tuvo un reinado muy corto, de tan sólo un año, pero suficiente para dejar intentar una invasión de León y de contribuir a la fundación de la Orden de Calatrava, crucial en varias de las acciones de reconquista posteriores.

Alfonso VIII, el Noble (14) (1155 – 1214)
Hijo de Sancho el Deseado (13) y de la infanta Blanca Garcés de Navarra fue, por lo tanto, sobrino de Sancho el Sabio (2) y primo carnal de Sancho el Fuerte (3). Subió al trono de Castilla con tan sólo tres años. Se nombró regente a un miembro de la Casa de Castro, lo que provocó la airada reacción de la otra gran familia nobiliaria castellana, los Lara, tensión que casi llegó a provocar una  guerra civil. Durante su minoría de edad, su tío Fernando de León invadió parte de sus territorios al norte, mientras que su otro tío, Sancho el Sabio, hacía lo propio sobre La Rioja. Cuando en 1170 Alfonso alcanza su mayoría de edad, lo primero que hace es casarse con la infanta Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra (27) y de la duquesa Leonor de Aquitania (26), con la intención de buscar un aliado al norte de los Pirineos y, de inmediato, lanzarse contra sus tíos para recuperar los territorios que le habían arrebatado en la niñez. En lo que respecta a La Rioja, lo consigue en 1177 tras una campaña de tres años y de la emisión de un laudo arbitral por parte de su suegro Enrique. Firma varios tratados de amistad con Alfonso II de Aragón (20) para trazar los límites que les correspondería a cada reino en la reconquista de al Andalus y para repartirse Navarra una vez invadida y conquistada. .Después de conquistar Cuenca y refundar Palencia, se centró en los problemas que presentaban los almohades sobre sus territorios manchegos y, para ello, firmó una gran alianza con Aragón, Navarra y León para enfrentarse al poder emergente del emir Yaqub (24). Sin embargo, Alfonso no decide esperar a sus coaligados y presenta batalla frontal al emir en Alarcos, con resultados desastrosos. Alfonso acusó principalmente a leoneses y navarros de haberse demorado intencionadamente, lo que provocó un largo periodo de profunda enemistad con ambos reinos que, en el caso de Navarra, desembocaría en una primera campaña en 1198 que le llevaría hasta las cercanías de Pamplona y en una segunda en 1199 sobre los territorios vascos en manos de Sancho el Fuerte, quien no tendría más remedio que firmar su cesión a Castilla. Aunque muy recuperado política y militarmente, la presencia almohade al sur de sus territorios fue siempre una amenaza que Alfonso trató de eliminar. Para ello, consiguió, gracias entre otros a la intervención del arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada (39), que el papa Inocencio III convocase una Cruzada contra el emir an-Nasir, el Miramamolín (25). Acuden a la llamada papal Pedro II de Aragón (21) y Sancho el Fuerte, cuya participación fue crucial para el desarrollo de la batalla de las Navas de Tolosa (1212) que supuso el principio del fin de la presencia musulmana en Hispania. Alfonso moriría dos años después.

Infanta Blanca de Castilla (15) (1188 – 1252)
Hermana de doña Berenguela (16) y, como tal, nieta de Leonor de Aquitania (26). Fue precisamente su abuela la que acudió en Castilla en su búsqueda para casarla con Luis el León (32), en aquel entonces heredero de Francia. En París mantuvo una buena relación con la infanta Blanca de Navarra (7), condesa viuda de Champaña, y prima de su padre. A la muerte de Felipe Augusto (31), Blanca se convirtió en reina consorte de Francia, pero el prematuro fallecimiento de su marido la obligó a trabajar duro en el afianzamiento de los derechos de su hijo Luis, futuro San Luis de Francia. Existe una leyenda que indica que, tras la muerte de su marido, Blanca mantuvo un idilio amoroso con Teobaldo I de Champaña (10) hasta que éste abandonó Francia para tomar posesión de Navarra.

Berenguela I de Castilla (16) (1180 – 1246)
Primogénita de Alfonso VIII (14) y de Leonor de Plantagenet, fue casada a los 18 años con su medio tío Alfonso IX de León. El matrimonio fue anulado por  consanguinidad por el papa Inocencio III en 1204, pero para entonces ya contaban con cinco hijos. Berenguela cogió entonces a los cuatro que todavía sobrevivían y regresó a Castilla. A la muerte de su padre en 1214 actuó como regente de su hermano pequeño Enrique I, pero la Fortuna quiso que el pobre Enrique muriese de un desgraciado accidente –se dice que le cayó una teja cuando jugaba en el patio del palacio episcopal de Palencia- con tan sólo trece años. Ante la ausencia de herederos varones, Berenguela fue nombrada reina de Castilla pero inmediatamente abdicó a favor de su hijo Fernando (17).

Fernando III, el Santo (17) (1199 – 1252)
Rey de León y de Castilla. Heredó León a la muerte de su padre Alfonso IX, mientras que lo hizo de Castilla de manos de su madre Berenguela (16), quien abdicó en su favor en 1217. Su reinado, cuyos primeros años coincidieron con los últimos de Sancho el Fuerte (3) fue muy fructífero, consiguiendo reconquistar buena parte del valle del Guadalquivir junto a Rodrigo Ximénez de Rada (39). Durante su reinado se levantaron las principales catedrales góticas españolas.


Familia real aragonesa

Alfonso I, el Batallador (18) (¿1073? – 1134)
Rey de Pamplona y Aragón tras la muerte de su hermanastro Pedro en 1104. Fue un auténtico guerrero, siempre metido en campañas militares, que fue capaz de liberar de dominio musulmán el valle medio del Ebro (comarcas de Zaragoza, Tudela, Tarazona, Borja, Ágreda, Cervera del río Alhama…) entre 1115 y 1120. También llegó a conquistar Bayona al norte de los Pirineos y lanzar una exitosa expedición en Levante y en la zona oriental del valle del Guadalquivir, lo que puso en jaque el poder almorávide en al Andalus, lo que provocaría el comienzo del declive de esta dinastía norteafricana. Casado con Urraca de Castilla (11) en 1209, el matrimonio fue un auténtico fracaso, pero permitió a Alfonso ostentar el título de rey de Castilla y emperador de Hispania. Muerta Urraca en 1226, su hijo Alfonso VII (12) se enfrenta al Batallador para delimitar definitivamente sus fronteras mutuas. Firman la paz en 1228, donde Alfonso I accede a dejar de utilizar el título de imperial, algo que recogerá inmediatamente su hijastro, a cambio de conservar algunas villas castellanas en su poder (Soria, Almazán, parte de La Rioja…). Hombre de profundísima religiosidad, poco antes de su muerte en 1234 redactó testamento por el cual, ante la ausencia de heredero, legaba todos los territorios de los reinos de Pamplona y Aragón a varios monasterios y a las órdenes militares de Templarios, Hospitalarios y Sepulcrales. Esas disparatadas disposiciones testamentarias, además de contrarias al derecho navarro-aragonés de la época, levantaron una polvorera de reacciones, entre las cuales, la más significativa sería la búsqueda por separado de navarros y aragoneses de nuevos titulares para sus tronos. Los primeros eligieron como nuevo monarca a García Ramírez (1), mientras que los aragoneses eligieron para tal fin a Ramiro (19), hermano de Alfonso que, por aquel entonces, era obispo de Barbastro.

Ramiro II, el Monje (19) (1086 – 1157)
Hermano de Alfonso I el Batallador (18) sucedió a éste a su muerte, aunque para ello debería abandonar la vida religiosa (era obispo de Barbastro). Casi inmediatamente intentó ceder el trono aragonés a García Ramírez (1), quien acababa de acceder al trono pamplonés. El acuerdo no fructificó, por lo que decidió, dad su edad, tomar esposa para dar un heredero a Aragón. La elegida fue Inés de Poitou, quien le dio una hija, la futura reina Petronila (última representante de la dinastía Ximena en Aragón), en 1136. Al año siguiente, Ramiro prometió a Petronila con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, de forma que el barcelonés fue nombrado príncipe de Aragón y asumiendo cada vez más protagonismo, a la par que lo perdía Ramiro, quien acabó recluyéndose en el monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca.

Alfonso II, el Casto (20) (1157 – 1196)
Hijo de Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV. Fue quien unió definitivamente el reino Aragón y el condado de Barcelona, dando así comienzo a la Corona Aragonesa. A la muerte de su padre en 1162 se convertía en conde de Barcelona, pero no en rey de Aragón ya que los derechos los conservaba su madre. No obstante, ella los cedió a su hijo sólo dos años más tarde, Su política peninsular fue claramente la de buscar la amistad de Castilla (se casó con la infanta Sancha de Castilla y Polonia en 1174, un año más tarde de conquistar Teruel y la comarca del Matarraña) para conseguir a la larga del vasallaje que Aragón había firmado anteriormente con los emperadores castellanos (algo que logró en 1179) y centrarse en expandir la influencia aragonesa en el Midi galo. Alfonso trató de recuperar para Aragón los territorios navarros (o al menos parte de ellos) escindidos en 1134 a la muerte de su bisabuelo. Para ello, firmó varios acuerdos con Alfonso VIII de Castilla (12) para invadir Navarra y repartírsela. La prudente y acertada política de Sancho el Sabio (2) lo impidió.

Pedro II, el Católico (21) (¿1178? – 1213)
Hijo y sucesor de Alfonso el Casto (20), a la muerte de su padre en 1196 no había alcanzado la veintena y se vio claramente influenciado por su madre castellana, lo que le llevó a acompañar a su primo Alfonso VIII de Castilla (12) a las ofensivas que lanzó éste contra Sancho el Fuerte (3) en 1198 y 1199 y que llevarían al navarro a perder los territorios vascos. Pero salvados estos primeros años, Pedro centró sus esfuerzos en acrecentar la influencia aragonesa en el Midi francés. Para ello, después de un fracasado compromiso matrimonial con la infanta Blanca de Navarra (7),se casó con María de Montpellier, a la que repudió muy pronto, aunque (según se dice, engañado) le dio tiempo a concebir al futuro Jaime I (22) , pero se desentendió de él durante sus dos primeros años de vida. Al norte de los Pirineos se encontró con el problema de los Cátaros, tradicionalmente aposentados en sus estados vasallos, sobre los que existía un edicto papal que obligaba a su persecución. Pedro y sus aliados occitanos nunca hicieron demasiado caso a esta requisitoria, pero Inocencio III presionó a Felipe Augusto de Francia (31) a que enviase un ejército al sureste galo al mando, entre otros, de Simón de Monfort. A pesar incluso de que había dejado a su hijo Jaime en manos de Simón como rehén, las presiones del galo hicieron que Pedro, tras participar en las Navas de Tolosa,  y sus aliados no tuviesen más remedio que presentar batalla abierta al de Monfort. El encuentro armado tuvo lugar en Muret, sonde Pedro encontró la muerte.

Jaime I, el Conquistador (22) (1208 – 1276)
Hijo y sucesor de Pedro II el Católico (21), tuvo una infancia muy difícil. Prácticamente repudiado por su padre, quedó como rehén en manos de Simón de Monfort antes la batalla de Muret, y, tras ésta y la consiguiente muerte del rey Pedro, todavía permaneció varios meses cautivo a pesar de tener sólo 5 años y encabezar la línea sucesoria aragonesa. Las presiones papales consiguieron que Simón devolviese a Jaime en Aragón, donde fue un juguete en manos de los regentes (su tío-abuelo Sancho primero y su tío Fernando después) aragoneses quienes, incluso después de haber alcanzado la mayoría de edad, no dudaron en levantarse varias veces en armas contra él. La situación se normalizó a partir de 1227, lo que daría comienzo a una exitosa serie de campañas contra los musulmanes que le llevarían a conquistar Mallorca, Menorca, Castellón, Valencia y Murcia, aunque renunció a buena parte de los derechos históricos de la Casa de Barcelona sobre varios territorios del Midi francés. En 1231 firmó un pacto de prohijamiento con Sancho el Fuerte (22)  por el que se convertía en teórico heredero de Navarra, pero el pacto no fue respetado a la muerte de Sancho.  


Familia real almohade

Yusuf I (23) (1135 – 1184)
Segundo emir almohade. Concluyó la obra de su padre al derrotar definitivamente a los últimos reductos almorávides de Hispania y el norte de África, entre ellos, al Rey Lobo (41).

Abu Yaqub Yusuf, al Mansur (24) (¿1155? – 1199)
Tercer almohade. Hijo de Yusuf I (23). Se repuso rápidamente de la muerte de su padre en la batalla de Santarem y su acierto en las estrategias bélicas le llevaron pronto a reprimir las sublevaciones internas y a derrotar varias veces a las tropas cristianas. Su triunfo más destacable fue el de la batalla de Alarcos (1195) donde destrozó a las tropas de Alfonso VIII de Castilla (14). La debacle cristiana fue de tal calibre que los almohades consiguieron avanzar de nuevo tanto hacia el norte que se temió la pérdida de Toledo y Guadalajara, en manos cristianas desde hacía un siglo.

Muhammad an-Nasir, el Miramamolín (25) (¿1179? – 1213)
Cuarto emir almohade. Hijo de Yaqub (24). Tuvo un comienzo de reinado muy complicado; de hecho, ocultó durante largos meses la muerte de su padre, que sólo hizo pública cuando creyó que controlaba a los siempre peligrosos miembros de la familia real almohade. Al poco de tomar posesión del poder, se produjo una gran rebelión bereber en Tunicia, que le hizo estar largo tiempo fuera de al Andalus. Cuando ya había superado todos esos problemas internos, el papa Inocencio III convocó a los reinos cristianos occidentales a una campaña para liberar Hispania de los sarracenos. A la llamada papal acudieron, entre otros, Alfonso VIII de Castilla (14), Pedro II de Aragón (21)  y Sancho el Fuerte (3). Los dos ejércitos se enfrentaron en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), con debacle almohade. An-Nasir pudo escapar de la persecución a la que le sometieron los cristianos, pero no a las intrigas internas de la familia real almohade, y moriría envenenado al año siguiente.


Familia real inglesa

Leonor de Aquitania (26) (¿1122? – 1204)
Temprana heredera del ducado de Aquitania, Leonor tuvo una vida realmente novelesca. Casada en primeras nupcias con Luis VIII de Francia (30), tras volver junto a él de Tierra Santa en la Segunda Cruzada, consiguió la nulidad matrimonial por parte del papa para casarse en menos de un año con Enrique II de Inglaterra (27). Mujer de gran carácter y de una habilidad política digna de elogio supo moverse con total habilidad en un mundo diseñado por y para hombres. Se enfrentó a su segundo marido cuando se enteró de que le era infiel con Alix de Francia, la prometida de su hijo Ricardo Corazón de León (28). Más tarde llegarían las discrepancias políticas con Enrique y, doña Leonor consiguió que sus tres mayores hijos varones se coaligaran contra su padre. Aunque la victoria militar recayó sobre el rey inglés y que la propio duquesa fuera apresada y encerrada en dos castillos durante una década, a la muerte de Enrique, Leonor apoyó con todas sus fuerzas la gestión de su hijo Ricardo. Incluso tras la muerte de éste, Leonor , siempre empeñada en hacer lo posible (y lo imposible) por mantener la independencia de Aquitania, llegó a un acuerdo con Felipe Augusto de Francia (31) para evitar que el Capeto siguiera, al menos temporalmente, incitando a los nobles aquitanos a sublevarse, algo que Felipe llevaba haciendo durante una década. Parte de ese acuerdo indicaba que la duquesa debía designar a una de sus nietas castellanas para casarse con el heredero galo, Luis el León (32). En vez de enviar a un embajador a Castilla para tal fin, la duquesa acudió personalmente ¡¡con casi 80 años!! A cumplir con dicho cometido. La elegida fue la infanta Blanca de Castilla (15).

Enrique II de Inglaterra (27) (1133 – 1189)
Segundo esposo de Leonor de Aquitania (26). Mantuvo un reinado exitoso a nivel político pero muy agitado a nivel personal, ya que Leonor lo abandonó y enfrentó contra él sus tropas aquitanas, incluso ayudada por las de sus tres hijos mayores (Enrique, Ricardo (28) y Godofredo). Aunque los venció, capturó a la díscola Leonor y se reconcilió con el primero y el tercero, nunca consiguió llevarse bien con Ricardo quien, cosas del azar, terminaría venciendo a su padre en Ballans al coaligarse con Felipe Augusto (31) y, al haber muerto su hermano mayor, se proclamaría rey de Inglaterra, seguramente, lo último que hubiese deseado su padre.

Ricardo I, Corazón de León (28) (1157 – 1199)
 Cuarto hijo de Enrique II (27) y de Leonor de Aquitania (26) que sucedería a su padre como rey de Inglaterra y cuya fama ha llegado hasta nuestros días por su participación en la Tercera Cruzada y el interesante enfrentamiento que mantuvo allí con el sultán Saladino. Hombre de carácter volátil, capaz de los mayores refinamientos y de las mayores crueldades, fue un hábil estratega, aunque su vida estuvo marcada por puntuales decisiones erróneas que condicionaron fuertemente su reinado, entre ellas, el más que discutible intento de atravesar Austria (declarado enemigo suyo) de incógnito en su viaje de regreso de Palestina, que le supondría ser descubierto, detenido y pasar preso dos años en tierra alemanas. A nivel europeo, las relaciones personales entre Ricardo y Felipe Augusto (31) condicionaron el devenir de la política europea occidental. Buenos amigos de la juventud (existe una leyenda que indica que fueron amantes), al relación comenzó a agriarse cuando Ricardo se negó a casarse con Alix, hermana de Felipe, a pesar de que mantenían un compromiso matrimonial firmado desde hacía años. Con la relación ya tocada, Ricardo solicitó la ayuda de Felipe para enfrentarse a su padre en Ballans. El Capeto accedió con la condición de que Ricardo le jurase vasallaje y de que terminara casándose con Alix. Conseguido lo primero, Ricardo siguió negándose en rotundo a lo segundo. Siendo ambos ya reyes de Inglaterra y Francia respectivamente, partieron juntos, bajo amenaza de excomunión papal en caso contrario, hacia Tierra Santa, pero tanto el viaje como la estancia en Palestina fue un continuo devenir de conspiraciones y reproches del uno para con el otro. Antes de la partida hacia la cruzada, los espías de Ricardo y de su madre Leonor recabaron indicios de la existencia de un germen de rebelión nobiliaria en el suroeste galo alentada por los Capetos. En consecuencia, para no dejar desguarnecida su frontera sur, Ricardo buscó aliados en esa zona que acudieran en ayuda de sus tropas en caso de que dichas rebeliones se materializasen. El elegido fue Sancho el Sabio de Navarra (2) y la contrapartida fue el matrimonio de una de sus hijas, la infanta Berenguela (5), con Ricardo, cuya ceremonia se celebró en Limassol –Chipre- y por la cual, Berenguela se convirtió en reina consorte de Inglaterra. Las rebeliones se materializaron y el rey navarro tuco que mandar, al menos dos veces, tropas hacia el sur de Gascuña, capitaneadas por su heredero. El futuro Sancho VII el Fuerte (3) cumplió con creces con el cometido, llegando hasta las cercanías de Toulouse. Tras el regreso de Alemania, Ricardo tuvo que dedicar todos sus esfuerzos a reprimir las continuas rebeliones de su nobleza. Hombre curtido en mil batallas, curiosamente Ricardo encontró la muerte al gangrenarse una herida, en principio de poca importancia, producida en su hombro por una flecha lanzada por un muchacho, apenas un niño, desde la muralla de una de las fortalezas levantadas en su contra.

Juan I de Inglaterra ó Juan sin Tierra (29) (1166 – 1216)
Hijo menor de Enrique II de Inglaterra (27) y Leonor de Aquitania (26). Al contrario que el resto de sus hermanos varones, permaneció siempre en Inglaterra acompañando a su padre, quien en más de una ocasión trató de que Juan ocupase el puesto de Ricardo Corazón de León (28)como titular de Aquitania, aunque no lo consiguió. Nada más subir al trono, y pese a que nunca se llevaron bien, Ricardo dejó a Juan el gobierno de Inglaterra para marcharse a Tierra Santa. Durante el tiempo que Ricardo estuvo ausente, Juan conspiró contra su hermano para quedarse definitivamente con el trono inglés, pero sin éxito. Cuando Ricardo regresó de Alemania, a pesar de reprimirle su anterior actuación, decidió dejar a Juan como regente ya que era muy buen conocedor de la situación política y administrativa inglesa, algo de lo que Ricardo no podía presumir. A la muerte de su hermano, y pese a que los derechos dinásticos le correspondían a su sobrino Arturo de Bretaña, Juan consiguió proclamarse rey de Inglaterra y duque de Aquitania. No obstante, su reinado fue un desastre, con continuas derrotas a manos de las tropas de Felipe Augusto de Francia (31) y de su hijo Luis el León (32), lo que le llevó a perder buena parte de sus territorios continentales y ganarse el apodo de “sin Tierra”.


Familia real francesa

Luis VII, el Joven (30) (1120 – 1180)
Rey de Francia de la dinastía Capeta desde 1137. Se casó en primeras nupcias con Leonor de Aquitania (26) con quien partió hacia Tierra Santa formando parte de los ejércitos cristianos en la Segunda Cruzada. Al regreso, el matrimonio se disuelve y Luis cambiará su antigua política amistosa hacia Aquitania por otra de continuo enfrentamiento. A su muerte, dejó a su hijo Felipe Augusto de Francia (31) una situación política muy compleja, con continuos enfrentamientos con Inglaterra.

Felipe II Augusto de Francia (31) (1165 – 1223)
Hijo de Luis VII (30), fue rey de Francia desde 1180. Fue uno de los principales estadistas europeos del siglo XII, que recogió el reino galo siendo menor de edad, acosado por el oeste por las tropas anglo-angevinas de Enrique II de Inglaterra (26) y de Leonor de Aquitania (27) y por el este por las germanas de Federico I Barbarroja (42) pero que, contra todo pronóstico, a su muerte casi medio siglo después, no sólo se había liberado de esas amenazas sino que había conseguido arrebatar uno tras otro la muchos de los territorios fronterizos dominados por alemanes e ingleses al comienzo de su reinado, hasta triplicar las posesiones que había recibido de su padre Luis. Durante el último cuarto del siglo XII las relaciones entre Felipe y Ricardo Corazón de León, unas veces amistosas –hay quien afirma que hubo un affaire amoroso entre ambos en su adolescencia- y, al final, de enfrentamiento frontal, condicionaron indeleblemente la política europea occidental, donde cada bando trató de atraer hacia sí la mayor cantidad posible de aliados. Ricardo y Felipe partieron juntos hacia Tierra Santa formando parte del contingente de la Tercera Cruzada. Durante el viaje, Felipe trató por todos los medios hacer la vida imposible al Plantagenet, forzando primero una rebelión contra él en Sicilia y luego otra en Chipre, para que Ricardo accediese a casarse con su hermana Alix. El aquitano consiguió superar todas esas adversidades y, despreciando su antiguo compromiso matrimonial con la hermana de Felipe, acabó casándose en Chipre con Berenguela de Navarra (5). Al regreso de la cruzada, Felipe promovió continuas rebeliones nobiliarias en Aquitania contra Ricardo y, tras la muerte de éste, centró sus esfuerzos en extender el domino de París sobre el Midi francés, donde casi ninguno de sus condados integrantes eran vasallos del Capeto por aquella época. Felipe aprovechó la campaña contra los Cátaros promulgada por el papa Inocencio III para mandar un fuerte contingente armado contra el sureste galo encabezados por Simón de Monfort. Tras una serie de matanzas provocadas por éstas, Pedro II de Aragón (21), señor de muchos de los territorios del Midi, no tuvo más remedio que enfrentarse directamente a las tropas capetas en la batalla de Muret (1213) donde encontró la muerte. Después de recoger los frutos de su victoria en Muret, Felipe se centró en asegurar su frontera oriental, lo que consiguió al año siguiente en Bouvines al derrotar a las tropas coaligadas de Juan sin Tierra (29) y su sobrino Otón IV de Alemania. Los últimos años de su vida los aprovechó en hostigar las posesiones inglesas en el occidente francés.

Luis VIII, el León (32) (1187 – 1226)
Hijo y heredero de Felipe II Augusto de Francia (31) intervino junto a su padre en buena parte de los enfrentamientos armados que los Capetos libraron en las dos primeras décadas del siglo XIII. Casado con la infanta Blanca de Castilla para reeditar la vieja amistad entre Francia y Castilla perdida al comienzo del reinado de su padre, fue declarado corregente por éste hacia 1220. Fue un gran guerrero, prácticamente invicto, cuya principal campaña fue la que, en vida de su padre, desencadenó contra Inglaterra, invitado por parte de la nobleza de las islas que se había levantado contra Juan sin Tierra (29). Después de haber vencido varias veces a las tropas del Plantagenet, el cambio de postura de varios nobles ingleses y la oposición del arzobispo de Canterbury, junto con la amenaza de excomunión por parte del papa, hicieron que Luis tuviera que darse media vuelta cuando acariciaba la victoria final. A diferencia de su padre, tuvo un reinado corto (3 años) y dejó a su muerte como heredero a su hijo Luis, el futuro San Luis de Francia.


Personajes auxiliares

Prior García (33)
Personaje ficticio. Supuesto hijo ilegítimo de Sancho el Sabio (2) que es acogido en el monasterio de Fitero para, con el paso de los años, llegar a prior de Roncesvalles. García responde en la novela a una hipótesis lanzada por varios historiadores que indican que el Rey Sabio hubo de tener un hijo varón anterior a Sancho el Fuerte (3), puesto que, siguiendo la tradición, al primer hijo varón se le debía poner el nombre del abuelo paterno.

Pedro de Alcarama (34)
Personaje ficticio. Penúltimo portador del ágata. Hombre de gran visión política que, sin tener relación alguna con los Ximenos, terminaría siendo uno de los principales asesores de García Ramírez (1) y de su hijo, Sancho el Sabio (2).

Ginés de Valdemadera (35)
Personaje ficticio. Sobrino de Pedro de Alcarama (34) y primo carnal de Juan del Cerrillo (36). De creencias religiosas muy arraigadas, ingresará en la comunidad templaria de Estercuel (entre Fontellas y Ribaforada) desde donde participará en la fallida expedición de Sancho el Fuerte (3) hasta Alarcos y, 17 años más tarde, a la exitosa de Las Navas de Tolosa.

Juan del Cerrillo (36)
Personaje ficticio. Sobrino de Pedro de Alcarama (34) y último portador del ágata. Mantiene la visión política de su tío y, como él, pasará a ser miembro de la cancillería de Sancho el Sabio (2) en los últimos años de su reinado. Tras la muerte del rey navarro, también pasaría a ser consejero de Sancho el Fuerte (3), pero la titánica tarea de buscar el resto de fragmentos del ágata que le legó su tío Pedro le hará cometer varios deslices políticos que se supondrán su exilio en Aragón. Regresará al tiempo para compartir los últimos años de Sancho, pero ya apartado de los círculos del poder. La búsqueda de los fragmentos del ágata le hará viajar por Aragón, Barcelona, al Andalus, La Rioja, Castilla y Galicia.

Fortún de Urroz (37)
Aunque existió un miembro de la cancillería navarra con ese nombre, su actuación se ha desvirtuado en la novela para, dentro del plano diplomático que lo harán acudir hasta Aquitania, París, Champaña y Tierra Santa, hacerle mantener una ficticia relación amorosa con la infanta Blanca de Navarra ( )

Diego López de Haro (38) (¿1152? – 1214)
Quinto señor de Vizcaya De origen riojano, don Diego, fue uno de los principales miembros de la curia real de Alfonso VIII de Castilla (14), donde llegó a ocupar el cargo de alférez real, pero no siempre contó con el beneplácito del rey castellano. De hecho, se sabe que estuvo en su juventud un tiempo exiliado en Navarra y que tras el desastre de Alarcos, muchos nobles, incluso el propio monarca, lo acusaron de ser el culpable de la derrota por la poco apropiada táctica utilizada en dicha batalla. No obstante, Alfonso lo perdonaría al cabo de unos años y, en la batalla de Las Navas de Tolosa, don Diego volvería a ocupar el principal cargo militar de las tropas castellanas. Murió en 1214, casi al mismo tiempo que Alfonso VIII, y está enterrado en Santa María de Nájera. Un descendiente suyo de idéntico nombre fundaría un siglo más tarde la villa de Bilbao.

Rodrigo Ximénez de Rada (39) (1170 – 1247)
Jurista, historiador y religioso de origen navarro pero con fuertes lazos familiares con Castilla que, tras marcharse a estudiar a Bolonia y París, regresó en 1203 a Navarra, donde ingresó en el cuerpo diplomático de Sancho el Fuerte (3), quien lo envió a Toledo a gestionar la precaria paz firmada entre navarros y castellanos. Poco a poco surgió una fuerte amistad entre Alfonso VIII (14) que lo nombraría su confesor personal y, en apenas tres años, obispo de Osma primero y arzobispo de Toledo más tarde. Rodrigo fue un hombre al que no le temblaban las piernas a la hora de empuñar una espada y, además de participar en la Navas de Tolosa, lo hizo también en numerosas expediciones contra Levante y, sobre todo, contra el valle del Guadalquivir. También tuvo gran consideración dentro de la Iglesia, de forma que ejerció varias veces de legado papal en varios conflictos y acudió al menos tres veces a Roma.

Benjamín ben Yonah, Benjamín de Tudela (40) (¿1130? – 1173)
Viajero hebreo nacido en Tudela que, durante más de una década, realizó un largo viaje para visitar la mayor cantidad posible de comunidades judías. Este cometido le llevó a visitar Aragón, Barcelona, Gerona, Provenza, Italia, Grecia, Constantinopla, Tierra Santa, Mesopotamia, Persia, circunnavegar Arabia, Egipto, Sicilia, de nuevo Barcelona y, desde allí, regresar a Tudela.

Muhammad ibn Mardanish, el Rey Lobo (41) (¿1124? – 1172)
Ibn Mardanish, cuyo nombre significa “hijo de Martínez” tenía, evidentemente, ascendencia local hispana. Al Rey Lobo, como se le conocía en tierras cristianas, algunos historiadores lo emparientan con los Banu Qasi, muladíes originarios del valle del Ebro y que se convirtieron al Islam. También se indica que tenía ascendencia almorávide y, como tal, estuvo fuertemente enfrentado con Yusuf I (23), emir almohade quien, tras invadir al Andalus desde África, se enfrentó sin cuartel a Muhammad para arrebatarle sus posesiones en Teruel, Jaén y,  sobre todo, en el Levante. Fruto de los pactos y alianzas del Rey Lobo con Sancho el Sabio (2), Alfonso VIII (14) y Alfonso II el Casto (20), el musulmán cedería el señoría de Albarracín a don Pedro Ruiz de Azagra (43).

Federico I, Barbarroja (42) (1122 – 1190)
Titular del Sacro Imperio Románico Germánico. Fue uno de los principales reyes alemanes durante la Edad Media. Disputó agriamente (y con las armas) con varios papas sobre quién debía mantener la primacía terrenal de la Cristiandad: o el Papado o el Sacro Imperio, pero su religiosidad fuera de toda duda le llevó a ser el primer mandatario cristiano en atender la llamada de Inocencio III para acudir a Tierra Santa en la Tercera Cruzada, donde le sorprendió la muerte por congestión al bañarse en las frías aguas de un riachuelo.

Pedro Ruiz de Azagra (43) (¿? – 1186)
Noble navarro (fue señor de Estella y Tudela) a quien Sancho el Sabio (2), con el beneplácito de los reyes de Aragón y Castilla con quienes don Pedro mantenía buenas relaciones, nombró primer señor de Albarracín, territorio de gestión autónoma cuyo origen proviene de la concesión del Rey Lobo (2) a Sancho como contraprestación a un tratado de amistad firmado con Navarra.